Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te
guarden en todos tus caminos.
Salmos 91:11
Salmos 91:11
Hace unos días,
mientras tomaba un café con una hermana joven de la iglesia me compartió un
testimonio hermoso. Me impacto mucho, así que pedí permiso para compartirlo con
ustedes.
“¿Qué es lo
que te animo empezar a servir a Dios?” le pregunte.
“A que te
refieres?” Me contesto.
Tratando de
aclarar mi pregunta lo fríase de otra manera. “Ósea, hay muchas razones que han
movido a otros a buscar a Dios. Para algunos es pura tradición, presión de
familia, la sociedad, para obtener una conciencia limpia, porque uno siente en
la mente que es bueno, pero no necesariamente sentirlo en el corazón, el alma. O
quizás un encuentro con Dios.”
“Oh, porque
yo sé que Él es real,” me respondió,” ya entendiendo mi pregunta. “Yo eh visto
su mano obrando en mi vida, eh tenido experiencias donde sé que él está conmigo
y me ama”.
Ahí empezó a
contarme uno de ellos. Hace unos años, ella había estado en un accidente. Aunque
me lo había mencionado hace mucho tiempo, nunca me había contado los detalles.
Iba entrando
la calle de la comunidad en que vivía ella, “Venia conduciendo el camión distraídamente.
Tenía muchas cosas pasando en mi vida durante ese periodo, muchos problemas.” Tanto,
que esta hermana joven no se dio cuenta cuando se atravesó un señor que vivía en
esa esquina. Era un señor hispano que llevaba mucho tiempo ahí, alto, delgado
de cabello oscuro y siempre caminaba con su tanque de aire.
Cuando esta
hermana freno, ya había atropellado al señor. Estaba debajo de su camión. Con
temor de haberlo matado y el estrés ya acumulado estaba tan nerviosa que no podía
pensar claramente. Estaba llorando cuando una vecina salió a preguntarle, “¿Estas
bien? ¿Necesitas ayuda?” ¡Él es el que
necesita ayuda!
“Si,
gracias. Podría llamar al 911 [número de la agencia de emergencias]”. Era lo único
que podría decir.
En eso llegaron
los policías. Mientras llenaban su reporte uno trato de consolarla, pero sin
nada de tacto.
“Oh no se
preocupe!” No pasa nada.” El señor atropellado seguía vivo, “de joven yo también
estuve en un accidente, pero era un niño ¡y murió! Y no me paso nada. No se preocupe.”
Pero en vez de consolarle estas palabras, más lloraba esta hermana.
En lo que
se entretenían los policías, venia otro camión hacia ella, pero se detuvo a
lado de su vehículo donde ella estaba sentada, las lágrimas seguían cayendo,
empañando sus lentes.
Ella se
recuerda que El Hombre que iba conduciendo este camión se bajó y se dirigió a
ella, pero no podía ver a través de sus lágrimas al principio.
“No te
preocupes, todo estará bien,” le dijo. “No tengas miedo, todo estará bien.
Pronto viene tu mama.” Le repitió varias veces con mucha certeza. Al escuchar
de su mama hizo el intento de verle la cara. Pero no podía.
“Podía ver
el rostro de todos los demás, de los policías, de la señora que me ofreció
ayuda, pero nomás no le podía verle la cara a él,” me conto. Intentaba vez tras
vez, pero solo miraba como la luz del sol.
“Aun cuando
él ya se alejaba para meterse a su camión, yo volteaba para tratar de verle la
cara, quería ver quien era, pero, aun así, no pude. El siguió por su camino y
se fue. Y ¡así come Él me había dicho varias veces, mi mama vino caminando
hacia mi junto con tu mama!”
“En serio?” Me sorprendí porque era la primera
vez que había escuchado todo esto. Ash! ¡Porque
no me habían contado! Pensé yo, me
choca. Anote mentalmente de preguntarle esto a mi mama.
“¡Si! Y así
como me había dicho, no pasó nada. No tuve que pagar nada. Ni de la seguranza
ni por la factura del hospital para el señor. ¡Nada!” tomando un sorbo de su
taza de café siguió, “Y por eso yo sé que Dios es real, el mando su ángel para
protegerme…y otras experiencias que eh tenido, yo sé que Él es real y me rodea
siempre, por eso es que yo le sirvo a Él y es lo que me anima estar en la
iglesia. El me rodea y siento su paz.”
Esta
experiencia me impacto y espero que sea de bendición para otros también.
Que hermoso
¿No? Me hizo recordar ese verso que compartí al inicio de los Salmos, donde El
manda sus ángeles para guardarnos.
¿No sería ideal
que siempre así nos hablara Dios? ¿Qué nos guiara? Quizás no siempre abriendo
nuestros ojos para ver cosas espirituales, como unos de sus ángeles. Pero que
Dios abra nuestros oídos espirituales para poder entender cuándo es que Él nos esté
hablando, poder entender la vos del Espíritu Santo.
Él está ahí,
esperando para tener comunión con nosotros. El querer viene de nosotros. Dios
nos ha dado libre albedrio para escogerle a El o este mundo.
¿Saben? Hay
veces en que no habrá el deseo en nosotros, pero lo poco de su espíritu estará clamando
dentro de nosotros por Su presencia. Conoceremos que es lo correcto, pero
nuestra debilidad, muchas veces nos vencerá.
Habrá momentos
que al estar parados en su presencia con otros estaremos clamando por más de EL
por fuera y por dentro, deseando que no sea un clamor falso pero sincero. Dios
tiene el poder para convertir ese clamor en uno verdadero. Desearemos no estar
levantando las manos o nuestras voces por la presión de los que nos rodean,
pero porque sentimos su espíritu en nosotros.
Quizás
algunos de ustedes se sienten así en este momento, o lo han experimentado en lo
pasado, o quizás en el futuro pasaran por algo parecido. Caerá la culpabilidad
de nuestra conciencia. N
No sé cómo
sea la manera en que ustedes oran, pero les animo que aun nuestro enfriamiento
espiritual o estos pensamientos de desinterés por las cosas santas, sea traído
delante de Dios. Dios anhela que tengamos la confianza de acercarnos a Él. No
tengan miedo decírselo a Dios. Él ya lo conoce, pero como un doctor, Èl espera
que los pacientes lo busquen para ser sanados.
Quizás
tengan miedo porque sienten que no es mostrarle respeto a Dios. Quizás piensan,
“¿Cómo podría decirle a Dios que no me importa?” “Me daría demasiado temor
confesarle eso a Dios. . .”
Pero Dios
aun así nos espera. ¿Porque hacer tardar el día de nuestra sanidad?
Jesús dijo:
Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga. Matthew 11:28
Acerquémonos
a El hoy. Si es que están pasando por un desierto espiritual, o tiempo de
enfriamiento, que este verso sea hecho vida en cada uno de ustedes: “Atráeme;
en pos de ti correremos (Cantares 1.4ª)”. Yo creo que es algo que todos necesitamos.
Todos tenemos necesidad de que DIOS nos atraiga cada día de nuestras vidas para
terminar esta carrera.
Espero que
esta sea la oración de todos.
¡Que Dios
les bendiga!
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